¿Aún no entendéis?, ¡Qué angosta es la puerta y qué estrecho el callejón que llevan a la vida!

Abre, Señor, nuestros corazones para saber escuchar tu voz

Abre nuestros ojos porque somos ciegos, abre nuestro pobre entendimiento tan limitado por nuestras muchas miserias. Escucha Padre Santo, esta pobre súplica de tus siervos; que anhelan disfrutar en plenitud bajo Tu amparo, gracia y protección, esta vida que en tu infinita providencia y amor les ha regalado.

Permítenos saber verte en el hermano, en especial en aquel que “no aceptamos del todo”, con el que tuvimos diferencias o algún conflicto. Déjanos ponernos en tus manos para que tú nos moldees de acuerdo a tus designios y podamos descubrir la paz y alegría de sabernos hijos tuyos, ¡HIJOS MUY AMADOS!.

Pbro. Guilibaldo Villa Domínguez

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