* El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día *
- Del Puerto Noticias
- 19 abr 2024
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JUAN 6, 52-59
⚜️ El sacrificio eucarístico no sólo hace presente el misterio de la pasión y muerte del Salvador, sino también el misterio de la resurrección, que corona su sacrificio. En cuanto viviente y resucitado, Cristo se hace en la Eucaristía «pan de vida» Jn 6, 52.
La eficacia salvífica del sacrificio se realiza plenamente cuando se comulga recibiendo el cuerpo y la sangre del Señor. Le recibimos a Él mismo, que se ha ofrecido por nosotros; su cuerpo, que Él ha entregado por nosotros en la Cruz; su sangre, «derramada por muchos para perdón de los pecados» «Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí» Jn 6, 57.
Jesús mismo nos asegura que esta unión, que Él pone en relación con la vida trinitaria, se realiza efectivamente. La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento.
«En verdad, en verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del hombre, y no beben su sangre, no tendran vida en ustedes» Jn 6,53. No se trata de un alimento simbólico: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida» Jn 6, 55.
Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad.
En efecto, en la Eucaristía recibimos también la garantía de la resurrección corporal al final del mundo: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día» Jn 6, 54.
Pbro. Guilibaldo Villa Domínguez
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