CUIDADO CON DESPRECIAR A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS
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Mt. 18, 1-5. 10. 12-14

El amor al prójimo se forja en el fuego de la caridad divina
Para dar amor a los hermanos, es necesario tomarlo del "fuego de la caridad divina", mediante la oración, la escucha asidua de la Palabra de Dios y una vida centrada en la Eucaristía.
De Dios aprendemos a querer siempre y nada más que el bien y nunca el mal. Aprendemos a mirar al otro no sólo con nuestros ojos, sino con la mirada de Dios, que es la mirada de Jesucristo. Un discípulo de Jesús no responde al mal con el mal, sino que es siempre instrumento del bien, heraldo del perdón, portador de la alegría, servidor de la unidad.
Aprendamos a amar en especial a los mas vulnerables, a los mas pequeños e indefensos, a nuestros niños que no pueden defenderse. Aquellos que sufren violencia física o emocional, a los que tienen hambre de ser escuchados, de ser amados y respetados. Protejamos su inocencia y vulnerabilidad.